Los dueños de las salas y los productores ven imposible trasladar el aumento de las tarifas al precio de la entrada sin "espantar" a los espectadores.
Los aumentos en las tarifas de electricidad, de un 600 por ciento en promedio, impactaron fuertemente en las salas de teatro de Buenos Aires, una de las ciudades más reconocidas por su cantidad y calidad de obras.
De acuerdo con cifras del World Cities Culture Report 2015, Buenos Aires tiene 287 teatros, por encima de otras urbes importantes como Londres o Tokio, y vende casi 4 millones de entradas anuales.
Gran parte de la responsabilidad por estos números lo tiene el circuito independiente, aunque no se contabilizan sus salas, que añaden otro centenar más, al menos.
“El sentimiento general es de desesperación, porque fue un aumento que llegó de golpe y que no sabemos cómo vamos a poder pagar”, dijo a EFE Liliana Weimer, presidenta de la Asociación Argentina de Teatro Independiente (Artei).
Las entradas para el teatro independiente tienen un precio que varía desde los 100 hasta los 250 pesos (entre 7 y 17 dólares) y los directores de las salas consideran que sería imposible trasladar el aumento de las tarifas al precio de la admisión sin “espantar” a los espectadores.
De esa manera, por ejemplo, el teatro La Carpintería recibió una factura de aproximadamente 7.500 pesos (unos 500 dólares) frente a 1.500 pesos que pagaban antes (unos 100 dólares).
En la misma línea, Weimer aseguró que se trata de “un año difícil para aumentar las entradas” por la “inflación y la pérdida de puestos de trabajo” y con el agravante de que su actividad no se trata de un “producto de primera necesidad”.
La presidenta de Artei explicó que enviaron cartas al Ministerio de Energía, al de Cultura y a la Jefatura de Gabinete de Argentina, pero que todavía no obtuvieron respuesta.
Sin embargo, cuentan con el apoyo del público, que “ha viralizado el tema en las redes sociales”.
Por su parte, Sebastián Blutrach, presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET), que representa al circuito comercial, considera que, si bien “es un tema delicado para toda la sociedad, porque afecta a todos” y que desde la organización no buscan “victimizarse”, la actividad a la que se dedica tiene algunos agravantes.
En primer lugar, “el escenario consume muchísima luz, y hacer una función supone prender hasta 80 estufas eléctricas”, que se encienden de igual manera “haya 100 o 1.000 espectadores”.
Además, “la energía de 18 a 23 horas, cuando se hacen las funciones, sale un 15% más cara”, aclaró.
Blutrach consideró que “debería haber algún tipo de acuerdo con el Gobierno de la ciudad” que especialmente beneficie “al teatro independiente”, que “no tiene un claro objetivo comercial” y que “nace de la pasión por el arte”.
“Creo que va a haber una solución, nadie querría ver a la calle Corrientes (la tradicional avenida de los teatros comerciales) con sus marquesinas apagadas”, concluyó.